La Esclavitud en el Imperio Romano
Los esclavos, servi, eran la base de la economía romana. Cualquier romano medianamente acomodado tenía un esclavo a su servicio y curiosamente existían empresas de servicios que alquilaban esclavos.
Al principio los esclavos eran cosas, res, como un animal. No tenia ni nombre de persona, a ellos se dirigían con el apelativo genérico de puer, niño, tuviera la edad que tuviera. No tenia derechos ni obligaciones, ni podía casarse, pero sí emparentarse en contubernium. En época Imperial la situación de los esclavos evolucionó, gracias a la nueva moral su vida se hace "más humana". En el siglo II gracias a las influencias estoicas se decretan una serie de leyes: la madre y sus hijos pequeños no se pueden separar, no se puede matar a un esclavo por capricho. A pesar de estas mínimas consideraciones y de la nueva moral, nadie se cuestionaba la licitud de la esclavitud, ya que era la mano de obra barata y necesaria de la sociedad romana. Desde el año 50 a.e.c. hasta el 150, el Imperio demandaba cada año más de 500.000 esclavos.
Los esclavos provenían en su mayoría de
los prisioneros hechos durante las guerras y conquistas, por haber nacido de
padres esclavos, por haber sido vendidos por sus padres, ser niños abandonados o
hombres libres condenados a la esclavitud por sus deudas o incluso algunos se
vendían para no morir de hambre o para formar parte del servicio de una casa
importante, como administrador de fincas, gerente o como tesoreros del
Emperador.
Los esclavos eran expuestos sobre una tarima giratoria, catasta, y
portaban colgado del cuello el titulus, donde se especificaba su
procedencia, edad, habilidades y defectos. Estas transacciones estaban reguladas
por un edicto de los ediles, magistrados encargados de supervisar el mercado y
cuya labor principal era evitar que el vendedor engañara al comprador. El
vendedor estaba obligado por ley a informar de los defectos físicos,
enfermedades, carácter,......
Los hijos de los esclavos eran ilegítimos y propiedad del dueño de la madre, no
podían acceder a la propiedad privada. Algunos podían disponer de un peculium,
ahorros, siempre que el amo lo permitiese.
El precio de un esclavo variaba, los artesanos y obreros especializados,
ordinarii, valían hasta quince veces más que un simple acarreador,
vulgares. Por un buen tutor o un buen cocinero podían llegar a pagar miles
de sestercios.
En los contratos de compraventa se podían incluir cláusulas, como que la
esclava no ejerciera nunca la prostitución, o que el esclavo estuviera siempre
encadenado.
Esclavitud, violencia, explotación sexual
y el maltrato estaban íntimamente ligados. Los esclavos estaban siempre
expuestos a agresiones sexuales por parte de cualquier hombre libre e incluso
por un esclavo de rango superior. La prostitución era un negocio de mujeres y
menores esclavos.
Cuando un esclavo se fugaba, se ponía precio a su captura, pero este
solía trasladarse de región o se unía a los asaltadores en las montañas. Si un
amo creía que su esclavo planeaba huir, acudía al herrero y le colgaba del
cuello una argolla con un placa en la que se leía “he escapado, detenme” o
“captúrame y llévame a .....” Si era capturado se le propinaba una paliza
descomunal, se le rompía una pierna o se le grababa en la frente con un hierro
candente, un inscripción, stigma nota, fug, kai o fur. Si era condenado a
muerte, se le podía crucificar, quemar vivo.....
Famosa es la rebelión de los esclavos capitaneados por Espartaco en el año
73 a.e.c., y la conspiración del 24 en el sur de la península itálica.
En algunas casas, el esclavo se consideraba casi como un miembro más de la
familia, sobre todo cuando nacía en la casa o se había criado con sus amos.
Tenía ventajas sobre los esclavos más nuevos, se le permitía una cierta
autonomía. Los esclavos que servían fielmente a sus dueños se ganaban o
compraban su libertad, manumissio y se convertían en libertos. Varias
eran las formulas para liberar a un esclavo; inscribiéndolo en el censo de
hombres libres, censu, a través de testamento o delante de testigos,
interamicos, dándole la carta de libertad, per epistolam, u
organizando un banquete e invitarle a la mesa de los hombres libres, per
memsam.
Cualquier liberto quedaba de por vida ligado a su antiguo amo a través del
compromiso de fidelidad de la clientela y el amo seguía cuidando de él como
miembro más de la casa, en la vejez lo cuidará en casa o le otorgará una pensión
para que pueda vivir, alimenta. Cuando moría el amo, el liberto acudía a
su entierro con el gorro frigio.
Los esclavos domésticos solían quitar intimidad a sus amos, pero los lavaban, vestían.... y algunos eran más listos que sus amos y eran ellos los que les llevaban los negocios, mientras el amo se dedicaba a vivir la vida. Habia terratenientes que tenían más de 20.000.- esclavos.
Los esclavos estaban divididos en
collegia, cuadrillas, integradas por diez esclavos, decuriae, bajo
las ordenes de un capataz, praepositus.
Muchos libertos se enriquecieron, pero eran odiados por los pobres y esclavos
que les acusaban de ser viciosos y crueles y por la clase adinerada por
arrogantes y faltos de modales. Un ejemplo que nos retrata fielmente la vida de
un liberto es eln Satiricón.
También es destacable las aras funerarias
que amos, esclavos y libertos se dedicaron mutuamente en agradecimiento.
El ritmo de nuevas manumisiones al final de la República era tan alto que hizo
que Augusto aprobara una ley restrictiva, la Lex Fufia Caninia, en la que
se establecía un máximo de liberaciones en función del número de esclavos que se
poseía. Existía un déficit de esclavos que se solucionó con la sustitución de
esclavos por libertos en las ciudades y más tarde en las zonas rurales los
esclavos fueron sustituidos por colonos, agricultores que trabajaban en virtud
de un contrato.
Lamentablemente la esclavitud nunca fue abolida en Roma.