Familia, Casa, Ciudad y Trabajo

 

FAMILIA

La familia de un romano era una rígida estructura controlada por el paterfamilias, varón casado sin ascendentes varones vivos, a su muerte el hijo varón primogénito casado pasaba a ocupar el lugar del difunto. El poder y todos los bienes del hogar están a cargo del paterfamilias.

Los miembros de la familia eran; La esposa legítima, a través del matrimonio. Poder ad manus. Los hijos, estén casados o no. El poder del padre sobre sus hijos se denomina patria potestas y suponía, incluso, el derecho a decidir sobre la vida o la muerte, como ocurría cuando nacía un niño deforme, según recogían las Leyes de las XII Tablas. A partir de Augusto se limitará esta potestas y será el año 63 a.e.c. el último año del que tengamos noticia de su aplicación en el contexto de la Conjuración de Catilina. Los libertos, conservaban los lazos de fidelidad con las casas originarias. Era el llamado Iura Patronatus. Los esclavos conservaban el vinculo con sus amos a través de la Dominica Potestas.

En la estructura familiar de los romanos, el paterfamilias era el jefe religioso familiar, el encargado  del culto al hogar, de las ofrendas y las oraciones a los lares y penates, al genius, para la fertilidad y a los antepasados o manes.

Diversas familias forman una gens. Esta tiene diferentes elementos que la identifican, tales como el culto a un antepasado común. Además, todos los miembros de la gens llevaban un mismo nombre, llamado gentilium o gentilicio. Al nacer, un  romano recibía un nombre individual o praenomen, otro nombre referente a la gens o nomen gentilium  y un apellido o cognomen, que identificaba a la familia.

Entre las atribuciones del paterfamilias estaba la de concertar el matrimonio de sus hijos en edad impúber, incapaces jurídicamente, con los hijos de otro jefe de familia. Primero se realizaba una sponsalia, promesa de matrimonio, cuando los niños habían cumplido siete años. Años más tarde se realizaba la ceremonia matrimonial según el modo de autoridad que hubiera ejercido el paterfamilias. 

El matrimonio en el Roma era un acto privado, un contrato no escrito entre familias. No existía ningún documento, excepto el que se redactaba por la dote, las tabulae nuptiales. Para contraer matrimonio era necesario que ambos contrayentes fueran libres, status libertatis y ciudadanos, status civitatis, es decir, el Ius Conubium.
Cualquier otra unión era considerada un concubinatus, hombre libre con una no ciudadana; o un contubernium, hombre libre o no ciudadano con una esclava o entre esclavos.
Había dos modelos de matrimonio legítimo:
Matrimonium cum manu, por el que la esposaba abandonaba la familia de origen y se incorporaba a la del marido.
- Confarreatio: Rito religiosos celebrado ante el Pontifex Maximus y el Flamen Dialis. El nombre de esta ceremonia se debe al de la torta nupcial de espelta que ofrecían los contrayentes a Júpiter. El efecto jurídico de este matrimonio es que era indisoluble. El matrimonio de los patricios.
- Coemptio: Acto simbólico de uso más extendido. Consistía en una simulación de la compra de la novia. El matrimonio de los plebeyos.
- Usus: Era una declaración de voluntad de ambos contrayentes y la convivencia durante un año.
Matrimonium sine manu, cuando la esposa permanecía bajo la autoridad de su padre. Fórmula habitual desde finales de la República ya que con ella la mujer podía recuperar la dote en caso de divorcio.

Los romanos no concebían a los solteros, el matrimonio se acordaba para tener hijos y patrimonio. Es el hombre el que posee la patria potestas de por vida y regulaba todos los actos de su familia. Las mujeres no tenían ninguna facultad de administración de los bienes, ni de sus hijos. Al morir el padre, el hijo varón primogénito, era quien se convertía en el nuevo paterfamilias.
Pero con la llegada de Octavio al poder la cosa cambió. Octavio reglamentó el matrimonio romano, por razones demográficas y morales. Se redactó la Lex Iulia et Papia Popaea. Esta ley obligaba a contraer matrimonio a los varones solteros, célibes, de 25 a 60 años y a las mujeres de 20 a 50. En caso contrarío eran sancionados con una incapacitas sucesoria que también se aplicaba a los casados sin hijos, orbi. Los solteros tenían una incapacidad total para heredar por testamento y los orbi se veían privados de la mitad de sus bienes, que pasarían al Estado. Tales penas se impusieron también a viudas y divorciados si no contraían nuevas nupcias. Los ciudadanos que cumplían la Ley, podían ocupar cargos públicos antes de la edad requerida, y estaban exentos del pago de ciertos tributos, derecho a heredar…….. También castigó con el destierro el adulterio femenino – no el masculino-. Y acabo desterrando por ello a su hija Julia (a una isla sin hombres y sin vino) y... posteriormente a su nieta.
Es en época Imperial cuando la mujer adquiere una cierta condición de igual, y puede decidir sobre su vida, su matrimonio, su familia, y su dote. Las Leyes Augustas con el tiempo se fueron relajando y quedaron sin efecto en el derecho Justinianeo.

El ritual de boda Patricio:
El día de celebración era escogido con mucha cautela; era malo casarse en la tercera semana en febrero, la primera mitad de marzo, en mayo, la primera mitad de junio y los días nefastos, incluyendo todos las calendas, nonas, e idus, mientras que la mejor época era la segunda quincena de junio. El domingo era un día preferido en época prerromana, era el día consagrado al dios Sol. Para los romanos el día preferido era el viernes, día consagrado a Venus, la diosa de la belleza y el amor.
En la víspera de la celebración la mujer consagraba a los dioses de la casa sus juguetes de niña; después, se acostaba con el traje nupcial. El traje era una túnica blanca que llegaba a los pies, ceñida con un cinturón de doble nudo de lana, cirgulum herculeum. El pelo se recogía mediante moños y trenzados, y se cubría la cabeza con un velo de color anaranjado, flammentum, que le cubría la cara; y sobre éste una corona de flores o una corona de metal. La casa se engalanaba con flores y guirnaldas.
En todos los actos del rito matrimonial la futura esposa era asistida por la madrina, pronuba, una matrona casada una sola vez, uniuira. Se consultaban los auspicios y si los dioses eran favorables a esta unión, tenía lugar la firma de las tabulae nuptiales (eran unas actas redactadas, en ocasiones, para hacer constar la celebración del matrimonio, que contenían las disposiciones concernientes a la constitución y restitución de la dote si el matrimonio se disolvía y los testigos que asistían a la celebración) delante de diez testigos. Después la pronuba ponía las manos derechas, dextratum inuctio, una encima de la otra y los contrayentes decían: "UBI TU, (nombre cónyuge), EGO (nombre cónyuge)"; se hacían entrega de los anillos, colocándoselos en el dedo anular debido a que es en este dedo donde hay un nervio que va directamente al corazón; y con esto, los esposos se comprometían a vivir juntos. Acabadas las formalidades, tenía lugar el banquete nupcial. Después, por la tarde, comenzaba la ceremonia de acompañamiento de la esposa a casa del esposo, uxorem ducere. Este fingía arrancar a su mujer de los brazos de su madre. Entonces iban a casa del marido. La mujer iba acompañada de tres jóvenes; uno de ellos llevaba una antorcha de espino, spine alba, encendida a la casa de la esposa. La gente que los seguía cantaba cantos religiosos y picantes, los niños arrojaban nueces a los novios. Cuando llegaban a casa del marido, adornaban la entrada con cintas de lana y untaban con brochas de lana, el dintel de la puerta con grasa de cerdo y aceite. El marido le preguntaba a la esposa cómo se llamaba, ella le respondía ubi tu Gaius, ego Gaia, "si tú Gaio, yo Gaia", entonces los que la acompañaban la levantaban a pulso para que no tocase el quicio de la puerta con el pie y la hacían entrar en la casa. Después era recibida por su marido y la pronuba pronunciaba unas plegarias a las divinidades de la nueva casa. Una vez que la esposa se encontraba en el atrium de la casa le eran entregadas las llaves de la misma. En ese momento la esposa se la consideraba que ingresaba aqua ete igni accipere, es decir en la comunidad del agua y el fuego, símbolo del culto doméstico. La mujer era llevada a la alcoba y se le quitaba el velo, el cinturón y la túnica. Los invitados volvían a sus casas. Al día siguiente se celebraba un banquete íntimo, repotia, para los parientes de los esposos; y se realizaban los sacrificios a los dioses y en este momento la esposa, mater familias, recibía regalos del marido y familia.
Como curiosidad en la ceremonia el novio partía una torta de pan sobre la cabeza de la novia, y se comía una parte. El trigo simbolizaba la fertilidad, y los invitados se disputaban las migas de pan para atraer la fertilidad y la buena fortuna. Con los años dio origen a la tarta de boda.
La tradición dice que el anillo protegía a la novia de los malos espíritus. Era usado por los egipcios, su forma circular simbolizaba la eternidad ya que no tiene principio ni fin. En el siglo III a.e.c. Los griegos comenzaron a ponérselo en el dedo anular, porque iba directo al corazón.
En la antigüedad, las arras eran como una garantía del acuerdo o promesa de matrimonio, arra responsalicia, una tradición oriental recogida en el Derecho Romano; si se incumplía la promesa de matrimonio, se perdían las arras. En el Derecho Romano fueron consideradas como una donación, sponsalitia lergitati.
Los recién casados en la noche de bodas, entre otras cosas, consumaban el matrimonio. Raramente la esposa veía como su marido era incapaz de desflorar… En esos casos, negándose a dormir sin consumarlo, utilizaba una imagen de madera del dios Priapo, dios de la fecundidad.
Algunas novias se vestían de azul para simbolizar amor y fidelidad. Posteriormente, la Virgen María es vestida tradicionalmente de azul, asociando el azul con la pureza.
Juno era la diosa del matrimonio. El 1 de marzo de cada año, las mujeres celebraban unas fiestas en honor de Juno, Matronalia. Otras fiestas en su honor, eran las nonas caprotinas, se celebraban el 7 de julio. Muchos consideran que el mes de junio, toma su nombre de Juno. La matronalia, matronales feriae, fue una fiesta que se celebraba en honor de Juno Lucina, la diosa del parto (Juno atraía a los niños a la luz), de la maternidad (mater es "madre" en latín) y de las mujeres en general.


Como todo contrato, el matrimonio podía anularse. El matrimonio podía disolverse por varias razones:
Por muerte de uno de los cónyuges: el viudo podía casarse inmediatamente, pero la viuda debía mantener luto durante diez meses como mínimo, excepto si el marido moría condenado por un crimen. Si la mujer daba a luz durante este tiempo el compromiso se rompía. Sólo el princeps podía conseguir dispensa.
Por pérdida de ciudadanía, por cautividad, por desaparición o por deportación.
Por divorcio.
La falta de cumplimiento del pago de la dote anulaba el matrimonio. Al principio el derecho de revocación pertenecía únicamente al hombre; este solo tenía que reclamarle a su mujer delante de un testigo las llaves de la casa y decirle: “tuas res habeto”, coge tus cosas.
El divortium y la falta de la affectio maritatis permitía la disolución del matrimonio: stricto sensu, si es por mutuo acuerdo entre los cónyuges, o repudium, si es por la voluntad de un solo cónyuge.
En principio, el matrimonio patricio por confarreatio no podía disolverse, pero los romanos inventaron una ceremonia de efectos contrarios a la primera, a la que llamaron difarreatio. Ceremonia en presencia de sacerdote y testigos, en la que la mujer renuncia al culto por imprecaciones.
El matrimonio por coemptio se anulaba con la mancipatio o transmisión de la potestad del marido en favor de un tercero, que manumitía a la mujer.
El matrimonio por usus se anulaba si se demostraba que la mujer había dormido tres días fuera de la casa, trinoctio.
En el derecho romano se tipificaba el tipo de divorcio según su causa:
• Divortium ex iusta causa: como, por ejemplo, el adulterio de la mujer o el marido.
• Divortium bona gratia: por causas no imputables a algunos de los cónyuges (esterilidad, impotencia, etc.)
• Divortium sine causa: cuando alguno de los cónyuges repudiaba al otro sin que mediase causa que justificara este comportamiento.
• Divortium communi consensu: de mutuo acuerdo.
Augusto dictó leyes penalizando el adulterio, y dando al paterfamilias el derecho a matar a su hija adúltera y a su amante, y al cónyuge engañado el derecho de matar al amante de su esposa y divorciarse. El adulterio del marido no era penalizado. En caso de anulación del mutuo acuerdo. La mujer divorciada recuperaba su dote, excepto en el caso de adulterio cometido por ella.
Séneca se queja del alto número de divorcios: “Es que ha todavía alguna mujer que se avergüence al ser repudiada, después de que algunas damas, de linaje noble e ilustre, cuentan sus años no por el número de los cónsules, sino por el de sus maridos, y se divorcian para casarse, y se casan para divorciarse …”
 

Cuando nacía un niño, infans, debía ser legitimado por el padre en una sencilla ceremonia, en la que levantaba al bebe del suelo, lo tomaba en sus brazos y oficiaba un ritual para que lo dioses domésticos lo acogieran bajo su protección. El padre tenía también la potestad de repudiarle, dándole la espalda; en ese caso el niño era abandonado incluso a veces vendido como esclavo. Al noveno día se le purificaba en le altar domestico, se le ponían el nombre y se le colgaba del cuello una bolsita, bulla, con amuletos que le protegieran.

Con esta rígida estructura patriarcal el papel de la mujer se reducía a la procreación y a los trabajos domésticos. No obstante, dispondrá de derechos muy limitados, tales como ser dueña de su propia dote, que podía llevarse en caso de divorcio, participar en la administración de la casa, moverse libremente por las calles, etc..  No era una situación óptima, pero hubo una cierta evolución respecto a la situación de la mujer griega, y a la época tradicionalista.

 

 

VIVIENDA Y CIUDAD

Los romanos tenían varios modelos de viviendas, dependía de la situación económica del propietario.

Las insulae, eran las viviendas urbanas la mayoría de alquiler, cenacula, pero como los alquileres eran muy caros, era frecuente que el inquilino realquilara habitaciones a otros hasta llegarse a un tremendo hacinamiento; construidas con varios pisos de altura, como una finca, con materiales no muy buenos, dependiendo del constructor que edificara y el dinero que deseara ahorrase. Eran la residencia de las clases populares, las insulae eran poco confortables, oscuras y pequeñas. No tenían agua corriente ni retrete y las habitaciones, de pequeñas dimensiones, solían utilizarse para cualquier uso; en ellas no se solía cocinar por miedo de provocar un incendio. Se sabe que, en tiempos del emperador Augusto, se prohibió que tuvieran más de siete pisos para que no fueran demasiado peligrosas. Pero aun así, algunas medían más de 18 metros de altura, como la famosa ínsula Felicles.  

La domus, era una casa señorial, de un solo piso, habitada por una familia y situada generalmente en el núcleo urbano. En un principio era la vivienda tradicional de los romanos, pero con el tiempo pasó a ser la casa de las clases sociales más adineradas. El esquema clásico de una domus se aprecia en las domus conservadas de la ciudad de Pompeya.

La entrada estaba ligeramente elevada sobre el nivel de la calle y ornamentada por dos pilastras que enmarcaban la puerta. Se accedía por un corredor, vestíbulum. A veces podemos encontrar unos pequeños bancos de piedra en los que esperaban los visitantes o clientes a la espera de ser recibidos. Tras el vestíbulo atravesamos las fauces y llegamos al atrium o patio, que constituye el centro neurálgico de la casa. La abertura superior recibe el nombre de impluvium y solía estar decorada con toldos o tejas ornamentales que recubrían las juntas y vigas. En el suelo encontramos el compluvium, que constaba de una pequeña fuente y de un estanque que recoge el agua de lluvia. En el atrio el amo de la casa recibía las salutaciones de sus clientes, se celebraban las ceremonias de culto a los antepasados o se iniciaban los rituales del matrimonio. En el patio encontraremos los lararium, capillas dedicadas al culto familiar, con imagines maiorum, retratos de los ancestros más ilustres.
Alrededor del atrio se distribuían las diferentes dependencias o habitaciones de la vivienda: el tablinum, archivo familiar, habitación reservada del paterfamilias, las habitaciones o cubícula, en ocasiones separadas las de invierno, ricamente decoradas, y las de verano, el triclinium, estancia dedicada a comer, esta habitación solía tener el doble de longitud que de anchura porque  en ella comían recostados los romanos sobre el triclinium. Otras estancias serían la biblioteca, la cocina, el sacrario, santuario religioso, la basílica, sala de reuniones, las cenacula , retretes, en algunas incluso termas y el solarium, en un piso superior.
En la parte posterior de la domus  existía primero un hortus,  huerto, que fue sustituido más tarde por un perystilum,  jardín, más de acuerdo con el gusto griego: y estaba rodeado de un pórtico con columnas que, con el tiempo, quedará reservado la actividad cotidiana de la familia, ya que era el espacio más tranquilo y aislado. Más alejadas del atrio se hallaban las lavatrina, retrete.

Los materiales defectuosos y la superpoblación de ciudades como Roma, hicieron muy frecuentes los derrumbamientos e incendios.

Por último estaban las villae, casas de campo, que eran residencias señoriales aisladas del ajetreo de la ciudad. Los propietarios, solían tener casa en la ciudad, y pasaban largas temporadas para recuperarse del cansancio o de las actividades políticas o militares. Podemos diferenciar dos usos de la villa:
La pars urbana; es la zona de la vivienda destinada al amo, normalmente acondicionada para el ocio de la familiar y adornada con gran lujo ornamental y la pars rústica; que es la parte agrícola de la hacienda, o una villa dedicada a las labores agrícolas, donde se encuentran tierras de labor, pastos y dependencias relacionadas con la explotación económica: cocina, bubilia y equilia, establos para bueyes y caballos, corrales, el horreum , granero,  el apothecae, almacén de frutas, las viviendas de los trabajadores, prensas, bodegas, etc..

El mobiliario de las casas no era excesivo y destacaba por su funcionalidad, armarios, cofres, mesas pequeñas de tres patas, espejos o las camas, lecti. Estas tenían colchones de plumas u hojas y cojines y almohadones; servían para dormir y estudiar, escribir y si estaban en el triclinium para comer. Los tapices y cortinas eran utilizados para cubrir la ventanas y separa estancias. La pintura era un elemento de decoración al igual que el mosaico.

 

¿Cómo era una ciudad romana?

Los primeros asentamientos romanos carecían de planificación y su trazado respondía a la adaptación al medio físico, lo que determinaba una estructura caótica. La planificación urbana, que observamos en las diferentes ampliaciones de Roma y en las ciudades de nueva creación, utilizan el modelo hipodámico, que partía de un trazado rectangular y geométrico con calles paralelas y perpendiculares entre sí. Cada cuadrado formaba una manzana, insula.
Las calles de las ciudades romanas estaban pavimentadas. Además había aceras porticadas para los peatones. Entre todas las calles destacan dos grandes avenidas que recorrían de norte a sur (cardo) y de este a oeste (decumano) la ciudad. Estas dos calles convergían en el centro del rectángulo en el foro, autentico corazón de la ciudad.
El foro romano es heredero del ágora griega. Se diseñó como un espacio rectangular porticado, que concentraba toda la vida pública. En él se levantaban los principales edificios de gobierno, de culto, económicos o judiciales. Además, al aire libre realizaban los grandes discursos los magistrados y los alabanzas funerarias los parientes de los fallecidos.
Los romanos tuvieron a lo largo de su historia una gran preocupación en mejorar las condiciones de vida y seguridad de sus ciudadanos. Se empleó el material más resistente la piedra, el opus caementicium y el ladrillo.
La perfección de estas obras de ingeniería se manifiesta en que muchas de ellas están hoy en día en pié, incluso algunas de ellas en uso.
Generalmente, las ciudades romanas estaban bien provistas de agua. Arquitectos e ingenieros mostraron sus capacidades en la construcción de puentes, acueductos, sistema de alcantarillado y termas. Para traer el agua construyeron inmensas conducciones que han sobrevivido hasta hoy. Resulta admirable que tuvieran los conocimientos de ingeniería hidráulica para realizar sifones y adecuar la resistencia de los materiales a cada tramo de la conducción. Destacan los acueductos de Segovia, Tarragona, Mérida, Chelva...
Los puentes eran una construcción fundamental en el sistema de comunicaciones romanas al permitir salvar los desniveles del terreno, sobre todo ríos. Se levantaban con bloques de piedra encajados sin argamasa. Un buen número de ellos han sobrevivido intactos hasta la actualidad como los de Alcántara, Carmona, Mérida...
Es una de las grandes obras de arquitectura civil urbanas es el alcantarillado. Las aguas negras se depositaban en los ríos o en el mar a través de una red cloacas, galerías subterráneas construidas en forma de bóvedas de medio cañón. Destaca la cloaca Máxima de Roma construida por los etruscos en el s. VI a.e.c. que recorre una distancia de 800 metros desde el Foro hasta el Tíber.


EDIFICIOS PÚBLICOS

El Templo
Entre los edificios más importantes de las ciudades romanas estaban los templos, muy parecidos a los griegos, aunque levantados sobre un pedestal. Tenían planta rectangular y estaban rodeados por una hilera de columnas. Se remataban con un tejado a dos aguas que daba lugar a un frontón anterior y otro posterior donde solían representar escenas mitológicas. A los romanos les importaba el aspecto exterior del templo, ya que a su interior, donde se encontraba la imagen del dios, o la diosa, sólo podían entrar los sacerdotes. Delante de los templos los romanos rendían culto a sus dioses y les pedían solución a todos sus problemas. También consultaban allí sobre su futuro. El templo principal de las ciudades romanas normalmente estaba dedicado a la tríada capitolina: Júpiter, Juno y Minerva.
La Basílica
Las basílicas eran amplios recintos rectangulares terminados en un ábside. En ellos se impartía justicia o se hacían negocios. Posteriormente los cristianos copiaron esta planta para sus templos, dando lugar a un tipo de iglesia.
La Curia
Lugar donde se reunía el Senado en Roma. En las provincias había un consejo formado por los decuriones que eran los que hacían las funciones del senado. Se trataba, generalmente, de un recinto rectangular con bancos a lo largo.
El Mercado
Los mercados se hallaban generalmente en el foro. El mercado se dividía en tabernas, locales comerciales que vendían todo tipo de mercancías. En Roma, por sus grandes dimensiones, se crearon foros especiales para las verduras como el forum holitorium o para la carne, forum boarium. 

Distintos tipos de Opus: Opus Sileceum: grandes bloques de piedras irregulares. Opus Quadratum: Bloques en forma de paralelepípedo. Opus Testaceum o Latericium: ladrillos de barro cocido. Opus Incertum: pequeños bloques o fragmentos de piedras colocados sin orden. Opus Reticulatum: pequeños bloques cuadrados o de ladrillos colocados imitando a una malla de red. Opus Mixtum: una mezcla de reticulado y ladrillos.
 

TRABAJO

Solo una minoría podía llevar una vida más cómoda sin trabajar excesivamente, dedicándose a sus negocios o a vivir de las rentas de su familia. La mayoría de los romanos se ganaban la vida trabajando.
En un principio la actividad más abundante era la agrícola, pero en los últimos años de la República la mayor parte de los campesinos tuvo que abandonar sus tierras al no poder competir con los modelos de explotación basados en la mano de obra esclava. Emigraron a las nuevas tierras conquistadas, las colonias, en Hispania, la Galia, norte de África, etc., o la ciudad. La agricultura fue siempre bien considerada, al contrario que otras actividades manuales.
Roma basaba su fuerza económica en la esclavitud y la abundancia de esclavos. Las continuas conquistas hasta el siglo II aportaban una gran cantidad de mano de obra gratuita, lo que hacía innecesaria la aplicación de nuevas técnicas de trabajo, pues para producir más solo se necesitaba comprar más esclavos, para trabajar la tierra. La consecuencia principal fue que millones de personas en todo el Imperio vivían en condiciones muy difíciles, sin posibilidad de promoción social o económica. Solo unos pocos privilegiados lograrían emanciparse, pero seguirían trabajando para sus viejos amos.
Especialmente muy dura era la situación de los mineros, con escasas posibilidades de supervivencia. El trabajo de la minería estaba destinado a ser desempeñado por esclavos o condenados a este tipo de trabajos. En algunos casos algunos dueños arrendaban esclavos que no necesitaban en sus explotaciones para que trabajaran en la mina y así se quedaban con el sueldo que el Estado pagaba a los mineros y que pasaba directamente a sus amos.
Pero en las ciudades el trabajo mayoritario era el artesano, encontrábamos tiendas artesanales de cerámica, calzado, telas, alimentos, etc.,
La actividad artesanal se desarrollaba, generalmente, en pequeñas tiendas o directamente al aire libre. Los vendedores gritaban anunciando la calidad de sus productos en medio de la multitud que discurría por las calles, a fuera a pie, en pasamanos o en carruajes. Los carruajes tenían unos limitadores de velocidad a base de grandes bloques de piedra intermitentes cada cierto tiempo.
También existían grandes factorías, fabricas con más de sesenta o setenta trabajadores, dedicadas a la producción en serie de cerámica, al envasado de productos alimenticios o a almacenes de productos para el comercio o el ejército.
 
Parte de la pequeña actividad artesanal también se realizaba en el ámbito de la domus, donde el paterfamilias coordinaba a panaderos, tejedores, jardineros,.... que constituían unidades económica autosuficientes. El trabajo de los esclavos domésticos solía ser más llevadero, especialmente si procedían de Grecia y se dedicaban a la educación o tutela de los hijos impúberes.
Aparte de los que trabajaban, el Estado debió alimentar a un gran número de humiliores, hombres libres de las clases populares que viven en las ciudades y a sus familias para evitar disturbios en las ciudades. Se establecieron préstamos a bajo interés para los pequeños agricultores y fondos de alimentos para huérfanos jóvenes.
Si la vida no era fácil para la mayoría de la población con la crisis del siglo III, se eliminó el papel protector del Estado y provocó la búsqueda de la protección en las grandes familias autosuficientes. Era el final del mundo clásico y el principio del feudalismo medieval.


¿ Como era el día de un romano ?

El día se dividía en doce horas, prima hora, secunda, tertia, etc. desde la salida hasta la puesta del sol. Por lo que las horas tenían más duración en verano que en invierno.
La noche se dividía en cuatro turnos de vela o vigilia prima vigilia, secunda, tertia, etc., desde la puesta hasta la salida del sol. Consecuentemente, las vigiliae eran más largas en invierno que en verano.
El final de la hora sexta y comienzo de la séptima coincidía con el mediodía, meridies. El paso de la segunda a la tercera vigilia coincidía con la media noche, media nox.
Por la mañana, los romanos se levantaban muy pronto, se levantaban un poco antes de los primeros rayos de luz y se acostaban con la puesta del sol.
Se preparan rápidamente ya que se dormían con la ropa interior puesta. Se lavan brazos y piernas. Tomaban el desayuno, pan, queso, miel, dátiles, aceitunas, y se dirigían a su trabajo. Los esclavos ya habían empezado a trabajar.
Al salir el sol comienza la salutatio, los trabajadores saludaban a su patrono. Los patronos tienen muchas personas a las que saludar, se visten con la toga y a la calle. La salutatio dura hasta la segunda o tercera hora del día.
El resto de la mañana está consagrado a los negocios, públicos o privados. Los personajes mas importantes bajan al foro a relacionarse con otros clientes o ciudadanos. Los artesanos abrían sus tiendas al público y realizaban sus trabajo diario.
En general, la mañana se dedica a los negocios y al trabajo, la tarde al descanso, pero los esclavos trabajan todo el día.
El almuerzo, o comida, prandium tiene lugar a mediodía, es parecido a la cena, pero menos copioso. Se trata de una especie de almuerzo frío con, algo de carne, frutas y vino.
Por la tarde la a siesta dura hasta la octava hora, entre la una y media y las dos de la tarde. Después los romanos toman un baño en las termas, los muy adinerados en sus propias casas, los demás en los baños públicos, donde había que pagar una entrada, a no ser que estuvieran promocionados.
La cena era la comida principal del día y comenzaba a la hora novena o décima sobre las tres de la tarde. Después vendría el comissatio. Una vez acabada la velada, los esclavos debían de seguir trabajando para tener todo preparado para el próximo día.